Cada vez que
estas ausente me visitan los fantasmas,
visiones
imaginarias que me agobian desde siempre,
si, esos que
tengo aposentados en el alma
habitantes
indeseables, inquilinos torturantes.
Siempre que
estas ausente alucino en la locura,
me sumerjo
trastornado en el delirio insomne
de soñar
despierto sobre amores y amarguras
del ayer, de
mis pecados y de mi pasado joven.
Por eso
mujer, te pido: ¡No me abandones!
No te alejes
de mí por ningún motivo
pues tu
ausencia es fuego, que mi amor consume,
y tu
presencia bálsamo, que me mantiene vivo.
Diógenes Armando Pino Ávila