Mi pueblo sacude
parsimonioso la pereza que el año viejo
al saludarse
con el nuevo año les dejó,
y ahogados
en la modorra soporífera del alcohol
duda entre levantarse
o seguir durmiendo.
El sol
calienta.
El sudor
entre sábanas ofende el olfato,
el pueblo medio
borracho bosteza,
se estira,
se frota los ojos
tratando de
ver la otra realidad,
la de sus
sueños.