Hoy
morenita del alma me dices
que me
quieres, y yo con gracejo
te
comparo, con las turbias perdices
que
andan por los caminos del potrero.
Hoy
morenita del alma quisiste
hacer
de mi amor monumento postrero
y en
la cama lasciva te desvestiste
con
inquietos movimientos ligeros.
Más no
me precaví, ni te precaviste
-mientras
caía el torrencial aguacero-
que tu
hermanito fue capaz de seguirte
y todo
tembloroso bajo el alero
escuchó
inquieto lo que me dijiste
y nos
observó por un agujero.
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