De nada
sirve recordar mis naufragios anteriores
si estoy
condenado de nuevo y sin remedio
De qué
sirve la rosa de los vientos
si la
quilla de mi barco
siempre
navega en dirección a tu puerto
e
indefectiblemente encallará en tus corales.
De qué
sirve arriar las velas
de mi
endeble navío
si el
viento con terquedad
me empuja
hacia tus acantiladas costas.
De qué
sirve utilizar el astrolabio
o conocer
la posición exacta de las estrellas
si la ruta
indeclinable de mi viaje
siempre
terminará en tus embrujadas playas.
¿Por qué me
resisto?
¿Por qué me
rebelo?
¿Por qué me
ilusiono?
Si mi viejo
barco, desde joven
ancló por
siempre en las aguas tibias
de tu amor sin condiciones.
Diógenes Armando Pino Ávila
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