> Verso y converso: Evadiendo la misteriosa puerta del olvido (Entrega 4 )

sábado, 9 de julio de 2016

Evadiendo la misteriosa puerta del olvido (Entrega 4 )

Nocturnito

Croar de ranas, cantar de sapos
 iracundos mosquitos de fuerte punzar
ladridos de perro, erotismo de gatos
escucho aburrido en mi soledad.

Desalentado concentrarme trato,
ingentes esfuerzos por mi inspirar,
inútil todo, recojo mis trastos,
furioso decido irme a roncar.


Me tiendo horizontal en el lecho,
inútilmente trato el sueño llamar,
cuento ovejas, las vigas del techo.

Duermo un ratito, vuelvo a despertar,
la noche pasa corriendo derecho
¡maldito insomnio, insomnio infernal!

Ancianato

La paz del ancianato
Cuán bella es la paz del ancianato,
rostros ajados por mil arrugas,
cabezas canas, semblantes gratos,
rodeado todo de mil ternuras.

Cuán bella es la paz del ancianato
que representa bellos tiempos idos,
ilusiones rotas, viejos retratos
y más que todo el cruel olvido.

Cuán bella es la paz del ancianato
que representa la quietud serena
de la vejez, filosóficos ratos

En que se piensa en bellas quimeras,
que dejaron gratos y profundos rastros
sobre sencillas almas buenas.

II
Todos los días que voy observo
 esas augustas cabezas canas,
la dejadez de flácidos cuerpos
y la paciencia abnegada de las hermanas.

Siempre que voy pensativo quedo
y en mi edad pienso con ridículo afán,
temores de joven, inconsciente miedo,
fantasmas que me asustan y riendo se van.

Sí por capricho del destino, a viejo
terco y achacoso llego por desgracia,
tan sólo... tan sólo señores quiero

Que me concedáis la última gracia:
recluidme en un ancianato lejos
de toda la mundanal falacia.

Motílate Muchacho

¡Motílate muchacho que tu pelo
desgreñado y feo no te luce!
—y yo con una sonrisa de cordero,
le digo— ¡Amigo no te asuste!

¡Motílate muchacho que pareces
un loco vagabundo y mendigo!
—Y sonriente contesto a veces—
¡Soy un loco porque soy poeta, amigo!

¡Motílate muchacho tus hirsutos
cabellos negros encrespados!
—Y contesto— ¡No sea bruto,
en mi pelo está mi potentado!

¡Motílate muchacho esos abrojos,
que en la cabeza tienes por melena!
—-y contesto con un poco de enojo—
¡Mira tu vida y no vea la ajena!

¡Motílate muchacho, tu cabeza
causa horror a las muchachas!
—Y le digo— ¡Amigo, no interesa
Cuándo las enamore, el susto pasa!

¡Motílate muchacho! —me repiten
 por donde quiera que me meta—
¡Esos estúpidos que compiten
con el asno, no saben que soy poeta!

Matrimonio en la aldea

Chisporroteaban los cirios
de la parroquial iglesia
consumidos en martirios
y espasmos de epilepsia.

La pareja de rodillas
desesperada espera
con los nervios de puntillas
 la bendición casamentera.

Dos beatas cuchichean
entre salves y avemarías
todos los sucesos del día
de la decrépita aldea.

Muy alta la temperatura
siento aún junto a la ventana
-y pienso- como estará el cura
con tanto adorno en la sotana.

El calor está que abrasa
en la iglesia de la aldea,
y el cura a las beatas
mata el hambre con par obleas.

El presbítero santo esteta
de la eclesiástica y santa jaez
 bebe vino, mientras reseca
está la garganta de éste feligrés.

Por fin! la perorata sagrada
llega a su feliz culminación
y a la pareja, le da dos cruzadas
¡Como si les hiciera un favor!
Mi grado

Once años de lucha constante  y dura
de esfuerzos sin limites, ni medida,
once años han en la maraña obscura,
toque de campana, entrada y salida.

Más hoy por fin la bella cobertura
ante mi se abre, me muestra horizontes
de los caminos mi vida futura,
escogeré entre la ciudad o el monte.

Porque de maestro hoy me titulan
con solemnidad, cruzo la meta
sin embargo, titubeo con duda

—cual alimaña, entre la vil basura—
entre feliz maestro o hambriento poeta
he de escoger mi suerte segura.

Nocturna remembranza

Con su canto triste la nocturna
en su manto obscuro cubre las cosas
en esas horas pasivas taciturnas
la vida es un sueño, es una prosa.

Cuando el río nocturno serpentea
a lo largo y ancho de la vida
cuando duermen las olas, la marea
la vida es un poema de rimas muy sentidas.

En esa obscuridad inmensa y muy espesa
profanada por los destellos de la luna
la faz de la noche en su entereza
se ve más bella que ninguna.

En ese océano turbulento de la noche
cuando cobra vida la somnolencia helada
llega tu recuerdo en áureo coche
¡Mi musa buena, mi bella hada!.

Llegas nítidamente a mi recuerdo,
de mi juventud y de mi infancia
de ese amor triste y muy incierto
donde fuiste ¡la rosa, la arrogancia!.

En esa visión rara que me gusta
te veo altiva bella y exquisita
igual que un ángel mi bella musa
remedio y consuelo de mis cuitas.

Mi virilidad se yergue y enrabia
con el grato recuerdo del feliz pasado
donde la natura afrodisiaca y sabia
me dio el momento más deseado.

En esas horas delirantes y sensuales
que alegre disfrutaste en mis brazos
donde tus tibias carnes virginales
violadas saltaron en pedazos.

Noche de amor

Después de enternecerte
con mil muestras de amor,
cuando temblabas en mis brazos
recostada a mi pecho febril por la pasión.

Después de convencerte
con mil promesas de amor
cuando suspirabas ansiosa
recostada en el lecho
blando y amoroso,
te propuse mi deseo.

El candor subió a tu cara,
tu carita de niña ingenua,
donde brillaban tus ojos
como brillaba tu cuerpo,
y se alzó buscando mis labios
buscando mis caricias
y de un solo beso
robe la inocencia de tu cuerpo
y la dulzura de tu alma.

¡Temblabas... temblabas, ibas a ser mía!
Temblorosos ambos suspiros entrecortados,
entre frases incoherentes
caminé por los senderos
sinuosos de tu cuerpo.

Tu piel desnuda quemaba
mi piel mis pensamientos.
Paroxismo de locura
sentía mi mente extasiada.
Acariciaba ardoroso
los contornos de tu cuerpo,
tu, te estremecías loca de pasión
¡Temblabas... ibas a ser mía!

Esa noche
solos los dos
concreté mi deseo
mis ansias infinitas,
te di mi corazón,
¡mientras tu
temblabas... ibas a ser mía!

Esa noche eterna
en que febriles caricias temblorosas
 caminaron por tu cuerpo,
bebí de un solo sorbo
en la copa aromada de tu boca
el néctar delicioso de tus besos
y bebí tu alma
y bebí tu ser
y bebí tu vida.
¡Temblabas, temblabas...
temblabas ibas a ser mía!

Esa noche de gasas,
de desvelos, de pasión,
cubrí tu cuerpo de besos,
cubrí tu ser con mi amor
y galopé locamente
sobre tu cuerpo desnudo
¡Temblabas y eras mía!
Acaricié la redondez
delicada de tus senos
donde bebí la vida.
Acaricié tus muslos inquietos
donde bebí los placeres,
acaricié tu cuerpo
donde bebí tu deseo,
acaricié tu boca
donde bebí tus besos,
acaricié tu pelo donde bebí tu locura,
te acaricié toda
y bebí en ti mil sensaciones
y caí en el vértigo
de infinitos anhelos
locamente desbocados
y tu temblabas
¡Temblabas y eras mía!
¡y tu temblabas!
¡y yo temblaba!
¡temblorosos ambos
y fuiste mía!

¿Qué es la vida?

La vida es la constante sorpresa de ver que existo.
Rabindranath Tagore

¿Será la vida el correr desesperado
de las horas en la esfera de un reloj?
¡No... mil veces no!
La vida no puede ser el ser alado
fugaz de segundos y minutos
¡No!
No puede ser el paso rutinario
de los días de tedio y amargura,
en los amarillos calendarios,
no es el verano incendiario
ni el invierno frío, de noche obscura.
¿Entonces qué es la vida?
—me pregunto y pregunto a todo aquel que escucha—
La vida es un escabroso asunto...
es una tenaz y constante lucha.

Autor; Diógenes Armando Pino Ávila

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