Aseadora
Muchacha
que furiosa tiras la escoba
y el
trapero cuando limpias los pisos,
muchacha
que fácil te sonrojas
cuando
te hablo de tus hechizos.
Cuando
te agachas y el trapero mojas,
siento
que por dentro me petrifico,
ya que
al agacharte a mi vista arrojas
Muchacha
de formas voluptuosas,
que
afanosa arreglas el desorden nuestro,
muchacha de piernas largas
preciosas
Que rítmicamente
mueves tu cuerpo
cuando
barres —yo pienso mil cosas—
¡eres
capaz de levantar a los muertos!
El
Tigre de la Juanona
Nicolás se llama el pobre
cegato,
carretero es su oficio, pues
transporta
en su
carreta de tres ruedas, la compra
de los
tenderos, por un precio barato.
Politiquero liberal...
lagarto sin corbata,
pues
no es burócrata,
más
nadie dice Juanona al cegato
por
temor a una fuerte palabrota.
Es un
tomador de trago ocasional,
no bebe
—pendiente a su trabajo—
de vez
en cuando se embriaga, es normal,
para tomar animo
con los tragos
y poder gritar ¡arriba! y ¡a bajo!
en reunión del concejo municipal.
El
Viejo Lasca
A pié
descalzo bastón en mano
pelo
canoso, de mirada inquieta,
resumen claro del dolor humano,
camina
lento Lascarro el poeta.
Cara
de mono comiendo banano,
de tez
arrugada un poco prieta,
andar
inseguro de dipsómano,
¡Es
Lasca, el pordiosero musajeta!
Rima
buenos versos -por unos tragos-
mordaces
y agudos como una espada,
pide
limosna y versa por pago...
Mientras miro su cara
arrugada
—pienso— si ese hombre
hubiera estudiado
¡Hasta
de pronto no fuera nada!
Wachiman
Pedro se llamaba, le decíamos
Cariñosamente
Wachiman
A ese viejecito que
llevábamos
De la
mano, que pedía limosna y pan.
De tez
negra y arrugada, amábamos
Su
ceguera, sus achaques y su mal
De su negra mano lo
cruzábamos
De una
acera a otra con lento caminar.
Se
murió. Pobrecito limosnero
Cuanta
falta nos haces ¡qué pesar!
Te
llevamos a tu fúnebre agujero...
Y dejaste un vacío por
llenar
Adiós te digo pobre
limosnero
¡tu no
haz muerto, no haz muerto Wachiman!
Natalio Gómez
De
rancia prosapia tamalamequera,
Es popular versista vernáculo
Y como
tal duerme y ronca en estera,
En una
troja de palma o en hamaca.
Vende
plátanos, persigue quimeras,
Improvisa
versos a las muchachas
Que
ante su senil mirada le pasan
Vistiendo
bellas, vistosas polleras.
Natalio
Gómez, su nombre de pila,
Más conocido por Natalito
De
lucia calva, no gasta peinillas
...y es el dueño de la finca "El Cañito"
donde es un rey, al cinto la machetilla
¡Sancho Panza negro en su burrito!
A Hennry Santodomingo
(Pagando
el servicio militar)
Atención... firr...
Si viene a fiar Con... compás...
¡Carrera... marrrr!
"Catalinito"
Militar de charreteras y
polainas
Soldado valeroso en la batalla
Cuando hagas polígono y des
en diana
A tus
pobres compañeros no eches vainas.
Recuerda bien estimado compañero
Que en
la lucha debes mostrar agallas
— Por ejemplo— si una
granada estalla
sobre
tu casco, no corras de miedo.
Para alcanzar tu meta sin
barrera
Escucha
bien, combatiente sin par,
Asciende
por méritos en tu carrera
Y cuando ya te corones
General
Danos
un buen susto de vida entera
Con un
sonado Golpe Militar.
Fausto La Mona
Tan
pobre como eras Fausto la Mona
desarrapado fuiste en la
vida
y al morirte tuviste más
coronas
—por
rara razón cualitativa—
Que
muchos ricos —última broma
de
todas las bromas que fue tu vida—
y
moriste pobre ¡oh casta paloma!
como
muere un héroe ¡a ti, no se olvida!
Moriste
Fausto, imitador de animales
limosnero gracioso harás
historia
y tu
vida pasará a los anales
Te
guardaremos en la memoria
con
bellos recuerdos sentimentales
¡Fausto
la Mona... tu fuiste la gloria!
Mallorca
¿Quién
del pueblo, no sufrió los rigores
de
éste educador de férula y rejo,
que a los traviesos hacía
mejores
y a los dispares hacía
parejos?
¿Quién
no guarda recuerdos añejos,
alegrías,
penas y sinsabores
de
Aniana y Mallorca, maestros viejos
con caras adustas, de
inquisidores?
¿Quién en su escuela no
sufrió el temor
de verse hincado ante su presencia?
¿Quién no tembló al dar la elemental lección
temiendo hacerle
perder la paciencia,
esperando siempre un fuerte coscorrón,
por aquello de: ¡La letra con sangre entra!
Al flaco Carlos Julio
A Dios
le pido hermano mío
en
éstos versos que te dedico
que no te vaya a echar al
olvido
y que
haga de ti un famoso médico.
Que se cumplan tus grandes aspiraciones
que no quede ninguna sin que se cumpla
te convierta en un maestro de curaciones
y no te desampare nunca, nunca.
Y cuando seas grande y
famoso
y ostentes con orgullo el título
de
médico cirujano, magno coloso,
de la
ciencia haced un capitulo.
Cuando
ya famoso y sin pelo
esté
quedando tu cabeza pensante
cuando
seas artista del escalpelo
y te
atrevas hacer un trasplante.
Quizás
llegue achacoso a tus manos
todo
moribundo, con la vista ida,
a
implorarte como todo humano
¡Doctor,
por favor, sálveme la vida!
y tu lleno de parsimonia
todo
esculques mi cuerpo febril y
lacerado
y al tomar mi pulso débil y
flojo
—digas— ¡Murió o mi reloj se
ha parado!
A El
Negro Isaac
Desde
acá, en ésta urbe vocinglera
me
acordé de ti mi buen amigo
y despejé la bruma de mi
olvido
y pude
dedicarte este poema.
Quisiera
que al paso de los años
cruces erguido la difícil
meta
que no
te rindas al desengaño
y
surjas noble y grande, poeta.
Que no
te venza la cuesta de la vida
ni te envejezcas sin salir a
flote
y que
siempre de tu mente brote.
De versos en torrentoso
caudal
y que siempre sonora esté tu
lira
presta
a desafiar al recio vendaval.
Autor; Diógenes Armando Pino Ávila
No hay comentarios:
Publicar un comentario