> Verso y converso: Evadiendo la misteriosa puerta del olvido (Entrega 2)

domingo, 3 de julio de 2016

Evadiendo la misteriosa puerta del olvido (Entrega 2)

Aseadora
Muchacha que furiosa tiras la escoba
y el trapero cuando limpias los pisos,
muchacha que fácil te sonrojas
cuando te hablo de tus hechizos.

Cuando te agachas y el trapero mojas,
siento que por dentro me petrifico,
ya que al agacharte a mi vista arrojas
un panorama que me deja bizco.


Muchacha de formas voluptuosas,
que afanosa arreglas el desorden nuestro,
muchacha de piernas largas preciosas

Que rítmicamente mueves tu cuerpo
cuando barres —yo pienso mil cosas—
¡eres capaz de levantar a los muertos!

El Tigre de la Juanona
Nicolás se llama el pobre cegato,
carretero es su oficio, pues transporta
en su carreta de tres ruedas, la compra
de los tenderos, por un precio barato.

Politiquero liberal... lagarto sin corbata,
pues no es burócrata,
más nadie dice Juanona al cegato
por temor a una fuerte palabrota.

Es un tomador de trago ocasional,
no bebe —pendiente a su trabajo—
de vez en cuando se embriaga, es normal,

para tomar animo con los tragos
y poder gritar ¡arriba! y ¡a bajo!
 en reunión del concejo municipal.


El Viejo Lasca
A pié descalzo bastón en mano
pelo canoso, de mirada inquieta,
 resumen claro del dolor humano,
camina lento Lascarro el poeta.

Cara de mono comiendo banano,
de tez arrugada un poco prieta,
andar inseguro de dipsómano,
¡Es Lasca, el pordiosero musajeta!

Rima buenos versos -por unos tragos-
mordaces y agudos como una espada,
pide limosna y versa por pago...

Mientras miro su cara arrugada
—pienso— si ese hombre hubiera estudiado
¡Hasta de pronto no fuera nada!

Wachiman

Pedro se llamaba, le decíamos
Cariñosamente Wachiman
A ese viejecito que llevábamos
De la mano, que pedía limosna y pan.

De tez negra y arrugada, amábamos
Su ceguera, sus achaques y su mal
De su negra mano lo cruzábamos
De una acera a otra con lento caminar.

Se murió. Pobrecito limosnero
Cuanta falta nos haces ¡qué pesar!
Te llevamos a tu fúnebre agujero...

Y dejaste un vacío por llenar
Adiós te digo pobre limosnero
¡tu no haz muerto, no haz muerto Wachiman!

Natalio Gómez
De rancia prosapia tamalamequera,
Es popular versista vernáculo
Y como tal duerme y ronca en estera,
En una troja de palma o en hamaca.

Vende plátanos, persigue quimeras,
Improvisa versos a las muchachas
Que ante su senil mirada le pasan
Vistiendo bellas, vistosas polleras.

Natalio Gómez, su nombre de pila,
Más conocido por Natalito
De lucia calva, no gasta peinillas

...y es el dueño de la finca "El Cañito"
donde es un rey, al cinto la machetilla
¡Sancho Panza negro en su burrito!

A Hennry Santodomingo
(Pagando el servicio militar)
Atención... firr...
Si viene a fiar Con... compás...
¡Carrera... marrrr!
 "Catalinito"

Militar de charreteras y polainas
Soldado valeroso en la batalla
Cuando hagas polígono y des en diana
A tus pobres compañeros no eches vainas.

Recuerda bien estimado compañero
Que en la lucha debes mostrar agallas
— Por ejemplo— si una granada estalla
sobre tu casco, no corras de miedo.

Para alcanzar tu meta sin barrera
Escucha bien, combatiente sin par,
Asciende por méritos en tu carrera

Y cuando ya te corones General
Danos un buen susto de vida entera
Con un sonado Golpe Militar.

Fausto La Mona
Tan pobre como eras Fausto la Mona
desarrapado fuiste en la vida
y al morirte tuviste más coronas
—por rara razón cualitativa—

Que muchos ricos —última broma
de todas las bromas que fue tu vida—
y moriste pobre ¡oh casta paloma!
como muere un héroe ¡a ti, no se olvida!

Moriste Fausto, imitador de animales
limosnero gracioso harás historia
y tu vida pasará a los anales

Te guardaremos en la memoria
con bellos recuerdos sentimentales
¡Fausto la Mona... tu fuiste la gloria!

Mallorca
¿Quién del pueblo, no sufrió los rigores
de éste educador de férula y rejo,
que a los traviesos hacía mejores
y a los dispares hacía parejos?

¿Quién no guarda recuerdos añejos,
alegrías, penas y sinsabores
de Aniana y Mallorca, maestros viejos
con caras adustas, de inquisidores?

¿Quién en su escuela no sufrió el temor
de verse hincado ante su presencia?
¿Quién no tembló al dar la elemental lección

temiendo hacerle perder la paciencia,
esperando siempre un fuerte coscorrón,
por aquello de: ¡La letra con sangre entra!

Al flaco Carlos Julio
A Dios le pido hermano mío
en éstos versos que te dedico
que no te vaya a echar al olvido
y que haga de ti un famoso médico.

Que se cumplan tus grandes aspiraciones
que no quede ninguna sin que se cumpla
te convierta en un maestro de curaciones
y no te desampare nunca, nunca.

Y cuando seas grande y famoso
y ostentes con orgullo el título
de médico cirujano, magno coloso,
de la ciencia haced un capitulo.

Cuando ya famoso y sin pelo
esté quedando tu cabeza pensante
cuando seas artista del escalpelo
y te atrevas hacer un trasplante.

Quizás llegue achacoso a tus manos
todo moribundo, con la vista ida,
a implorarte como todo humano
¡Doctor, por favor, sálveme la vida!

y tu lleno de parsimonia todo
esculques mi cuerpo febril y lacerado
y al tomar mi pulso débil y flojo
—digas— ¡Murió o mi reloj se ha parado!

A El Negro Isaac
Desde acá, en ésta urbe vocinglera
me acordé de ti mi buen amigo
y despejé la bruma de mi olvido
y pude dedicarte este poema.

Quisiera que al paso de los años
cruces erguido la difícil meta
que no te rindas al desengaño
y surjas noble y grande, poeta.

Que no te venza la cuesta de la vida
ni te envejezcas sin salir a flote
y que siempre de tu mente brote.

De versos en torrentoso caudal
y que siempre sonora esté tu lira
presta a desafiar al recio vendaval.

Autor; Diógenes Armando Pino Ávila

No hay comentarios:

Publicar un comentario